Peña Caballar

Cuenta la leyenda que esta peña de la playa de Aguilar es un joven caballero y su corcel petrificados por haber fallado en el desencantamiento de una bella xana que vivía castigada por sus padres en una cueva de la Punta Castiello en el margen derecho del arenal.
El joven encontró la cueva y, embelesado por la belleza de la prisionera, accedió a desencantarla. Para ello tenía que llevar a la joven xana a dar un paseo por la playa sin que ni un solo grano de arena tocase su delicada piel, solo así lo conseguirían. A lomos de su caballo bajaron la empinada cuesta hacia el arenal y, cuando ya casi lo habían conseguido, una inoportuna tormenta descargó un fuerte relámpago sobre la playa, asustó al caballo y, la joven xana se cayó sobre la arena. Al instante, en ese mismo lugar, el joven caballero y su corcel quedaron petrificados formando la emblemática Peña El Caballar. La joven xana regresó triste y compungida de nuevo a la cueva donde sigue recluida custodiando un inmenso tesoro y bordando con hilos de rayos de sol a la espera de un nuevo apuesto y valiente caballero.

El Caballar vestido con hilos de rayos de sol. Playa Aguilar, Muros del Nalón.

Peña El Caballar y, al fondo derecha, Punta del Castiello.

Aldebarán

Los árabes llamaron Aldebarán, "la que sigue", a la estrella roja más brillante de la constelación de Tauro, Alfa Centauri, porque sigue permanentemente a las Pléyades en su recorrido por la bóveda celeste. Por esta peculiaridad, se utiliza para designar a quien persevera, a quien nunca se rinde.
Cincuenta años surcando el mar Cantábrico. En este barco pesquero botado en Luanco en 1964 llamado Aldebarán, faenaron marineros de los puertos de Lastres, Puerto de Vega, Luarca y Cudillero. Ahora, monumento a la memoria de los marineros que perdieron la vida en las aguas del Cabo Vidio, persevera en su relación con el mundo de la mar desde una excepcional atalaya, el mirador de Cueva.
Pura esencia marinera.

Pesquero Aldebarán, mirador de Cueva, Cabo Vidio, Cudillero.

El Tren

Tal vez una larga y deplorable historia, o la suma de largas y deplorables historias.
Un gigantesco monumento al absurdo.

Vagones abandonados en la estación de Fuso de la Reina. Oviedo.

Poncebos

En el macizo central de los Picos de Europa, la confluencia de los ríos Cares, Bulnes y Duje forma la encrucijada de Poncebos, desde siempre, puerta natural de acceso a la cara norte del macizo y ancestral vía de comunicación con los pequeños pueblos de montaña: Camarmeña, Caín, Bulnes, Tielve, Sotres, ...
Desde principios del siglo XX, Poncebos se ha transformado en un "sofisticado" nudo de comunicación con sendas, caminos, carreteras, puentes, túneles, funicular y, ... multitud de turistas.
A este profundo cambio ha contribuido, entre otros: la creación del primer Parque Nacional de España en 1918, la construcción de una central hidroeléctrica y un canal de conducción de agua desde Caín en 1921, la mejora de la senda de mantenimiento del canal en 1950 creando la popular Ruta del desfiladero del Cares con la consiguiente llegada masiva de visitantes y la puesta en marcha en 2001 del funicular a Bulnes.
Todo un polo de desarrollo turístico, pese a ello, sigue siendo un espacio de singular belleza. Esperemos que sostenible.

Río Cares y túnel sobre carretera CA-1.