Se ordenó su demolición en el s.XIV por ser refugio de malhechores, pero, no se ejecutó la orden y se convirtió en lugar de recreo para el clero. Posteriormente, el abandono y el paso del tiempo lo convirtieron en ruina hasta que, en el s.XIX, fue adquirido y transformado al estado actual por un particular.
Todo castillo tiene su leyenda. Cuentan que en el río Gafo todavía se puede ver, sobre una roca, la sangre de un desdichado paje que optó por arrojarse desde una torre del castillo al matar, en defensa propia, al señor del castillo, padre de su amante prohibida.
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