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sábado, 22 de julio de 2023

Akitsu

Las antiguas crónicas de la historia de Japón demuestran que la profunda admiración de los japoneses hacia los insectos beneficiosos, sobre todo las libélulas, tiene un origen inmemorial. El antiguo nombre de Japón era Akitsu Shima (Islas de la libélula). En la cultura japonesa son símbolo de madurez, fuerza, felicidad y valentía. Además, traen buena suerte. Los guerreros samuráis las adoptaron como emblemas al considerarlas kachi mushi (insectos victoriosos). Representan la valentía, la agilidad y la victoria.
La mitología hindú considera a las libélulas como el alma de personas muertas en espera de volver a renacer.
Hace unos 300 millones de años ya volaban unas gigantescas libélulas precursoras de las actuales. Pese a llegar hasta nuestros días, las libélulas están desgraciadamente en franca regresión, sobre todo por la pérdida de humedales, su hábitat, y el uso generalizado de insecticidas.
Tras pasar hasta cinco años sumergidas en el agua en estado de ninfa, emerge y se transforma en una libélula voladora, vivirá en esa fase solo unos meses y se dedicará a cazar y reproducirse.
Habilísimas acróbatas, capaces de copular en el aire, volar hasta 70 km/h, moverse en todas las direcciones o permanecer paradas en el aire, gracias a sus dos flexibles y potentes pares de alas capaces de moverse independientemente. Poseen dos enormes ojos compuestos, los mayores del reino animal en relación al tamaño de su cuerpo, con visión de 360º y dedican la mayor parte del cerebro a su gestión. Todo ello las convierte en unas excelentes cazadoras aéreas.
Son inofensivas para el hombre y muy beneficiosas ya que tanto en su fase acuática como en la aérea se alimentan, entre otras cosas, de larvas de otros insectos que pueden generar plagas como mosquitos o tábanos. Benditas libélulas.

Aeshna affinis.
Libellula depressa.

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