La mitología hindú considera a las libélulas como el alma de personas muertas en espera de volver a renacer.
Hace unos 300 millones de años ya volaban unas gigantescas libélulas precursoras de las actuales. Pese a llegar hasta nuestros días, las libélulas están desgraciadamente en franca regresión, sobre todo por la pérdida de humedales, su hábitat, y el uso generalizado de insecticidas.
Tras pasar hasta cinco años sumergidas en el agua en estado de ninfa, emerge y se transforma en una libélula voladora, vivirá en esa fase solo unos meses y se dedicará a cazar y reproducirse.
Habilísimas acróbatas, capaces de copular en el aire, volar hasta 70 km/h, moverse en todas las direcciones o permanecer paradas en el aire, gracias a sus dos flexibles y potentes pares de alas capaces de moverse independientemente. Poseen dos enormes ojos compuestos, los mayores del reino animal en relación al tamaño de su cuerpo, con visión de 360º y dedican la mayor parte del cerebro a su gestión. Todo ello las convierte en unas excelentes cazadoras aéreas.
Son inofensivas para el hombre y muy beneficiosas ya que tanto en su fase acuática como en la aérea se alimentan, entre otras cosas, de larvas de otros insectos que pueden generar plagas como mosquitos o tábanos. Benditas libélulas.
Aeshna affinis. |
Libellula depressa. |
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