La mayoría de los caracoles son hermafroditas. Un mismo individuo tiene, a la vez, órganos sexuales masculinos y femeninos. Para reproducirse, necesita acoplarse con otro individuo e inseminarse mutuamente para fecundar sus respectivos óvulos y, finalmente, ambos poner sus huevos.
Realizan un peculiar cortejo nupcial lanzándose “dardos de amor”, unas pequeñas flechas calcáreas impregnadas de feromonas que, al penetrar en el cuerpo, influyen en la fecundación. Seguidamente, efectúan una larga cópula que puede durar toda la noche.
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