En septiembre, de camino hacia el sur, alguna Tarabilla norteña hace escala en la Ría de la Villa para alimentarse y descansar antes de afrontar los casi cuatro mil km que le quedan para llegar a sus cuarteles de invierno en la África subsahariana. Asombroso para un ave de apenas 12 cm de longitud.
Las tarabillas suelen posarse al descubierto sobre lo más alto de ramas u otra atalaya y, de vez en cuando, se levantan de forma característica.
Esta maravilla norteña, probablemente, se dejó fotografiar porque se acercó a la caseta de observación del entorno del Cierrón para “escuchar” las peculiares tertulias que allí se dan algunas mañanas.
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