Narciso, aparte de muy bello, era vanidoso y rechazaba a todas las pretendientes que se enamoraban de él.
Cuando la ninfa Eco, que por castigo solo podía repetir la última palabra que escuchaba, conoció al apuesto joven pretendió abrazarlo, pero fue rechazada cruelmente. Desconsolada, vivió el resto de su vida en soledad con el dolor del amor no correspondido. Némesis, contempló la escena y engañó a Narciso para que se acercara a un arroyo y pudiera verse reflejado en el agua. Ante tanta belleza, el joven quedó locamente enamorado de su reflejo y, como este amor no era recíproco, Narciso comenzó a sentir el dolor y desconsuelo que produce un amor no correspondido. Desolado, al pretender abrazar amorosamente su reflejo, cayó al agua y se ahogó. Donde yacía para contemplarse nació una hermosa flor pregonera de la primavera, el Narciso.
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